Conquistada la ciudad musulmana de Larida el año 1149 por los condes catalanes Ramón Berenguer IV de Barcelona y Ermengol VI de Urgell, se impuso la necesidad de construir una catedral. En 1203 se colocó la primera piedra, si bien los trabajos se alargaron hasta bien entrado el siglo XV, cuando  quedaron configurados los espacios: la iglesia, el claustro, el campanario y la Canónica. Los siglos del gótico y los primeros decenios del siglo XVI fueron los momentos de máximo esplendor. No pasó lo mismo en los siglos siguientes.
Durante la guerra de Els Segadors (1640) fue utilizada como hospital y almacén de armas. En 1707, y en el marco de la guerra de Sucesión, fue cerrada al culto por orden de Felipe V y poco después transformada en cuartel militar. A excepción del campanario, todos sus espacios fueron compartimentados con la construcción de diferentes pisos, al tiempo que una importantísima parte de su patrimonio artístico era mutilado, emparedado, profanado o quemado.
Con la guerra de la Independencia (1810) llegaron nuevas pérdidas y mutilaciones y, pese a que fue declarada monumento histórico en 1918, la catedral se convirtió en un campo de concentración durante la Guerra Civil (1936) y cuartel hasta el año 1948. Comenzaba entonces una nueva etapa, la de la recuperación y restauración del viejo edificio.