La excepcionalidad de las pinturas del ábside principal hay que buscarla en su iconografía. Las pinturas, concebidas a la manera de un gran retablo mural, se estructuran en diferentes registros y compartimentos donde se narran escenas correspondientes al ciclo de la infancia de Cristo, Pasión y Dormición de María. Una mirada atenta, a pesar de su estado de deterioro, todavía permite identificar algunas escenas: Anunciación, Visitación, Nacimiento, Epifanía, Crucifixión, Resurrección… Fechadas durante el primer tercio del siglo XIV, las pinturas quedaron en parte mutiladas por la construcción de la puerta de acceso a la sacristía y la apertura del armario que debía contener la reliquia del Santo Pañal.