Su construcción fue prácticamente paralela a la de la vecina capilla de los Montcada, si bien a diferencia de ésta se trata de una capilla de nueva construcción, mientras que la de los Montcada aprovechó en parte los muros de la absidiola románica precedente. Fue el espacio que el obispo de Lleida Ferrer Colom hizo erigirse como solemne espacio de enterramiento privado. De su sepulcro monumental solamente se conservan fragmentos del relieve funerario.