Iniciada la militarización de la colina y con el castillo real ya funcionando como cuartel militar, las siguientes intervenciones se produjeron tras la caída de Lleida frente las tropas borbónicas de Felipe V en el año 1707. La catedral fue rápidamente cerrada al culto y entre 1707 y 1725 se remodeló el baluarte de Cantelmo y su espacio más próximo, dando lugar al baluarte y al contrabaluarte de Louvigny. Además, se construyó el revellín de la Media Luna con la clara intención de avanzar la defensa y proteger la parte más alta.
Bajo el baluarte de la Asunción se abrió la puerta de Els Bernats y troneras en todos los muros de la ciudadela. Nuevos baluartes fueron añadidos a los ya existentes: el de la Reina, el de Rodamilans o Punta de Diamante y, finalmente, el de la Lengua de Serpiente.