Desde finales del siglo XII, Lleida jugó un papel importantísimo en las vías de peregrinación a Compostela. Tanto desde el Pirineo como desde la costa, todos los caminos catalanes confluían, de modo que la ciudad llegó a ser una etapa importante de la gran ruta, a la vez que punto de encuentro e intercambio, auxilio y acogida de viajeros y peregrinos.
En la Seu Vella, se le dedicó una capilla desde muy pronto, muy cerca del altar mayor, donde tres capiteles de excelente escultura narran la condena a muerte, la decapitación, el traslado de su cuerpo a Galicia y el descubrimiento de su sepulcro. La imagen de Santiago el Mayor también estará presente en la imponente puerta de los Apóstoles, donde iba vestido de peregrino, con su sombrero y la concha característica, el zurrón y un bastón.
También se verán conchas en las pinturas que decoraban los muros de la Pia Almoina, institución benéfica emplazada en la Canónica donde fueron representadas escenas con peregrinos y peregrinas comiendo y bebiendo alrededor de una mesa. Las pinturas, hoy conservadas en el Museu de Lleida: diocesà i comarcal, son otro ejemplo de la acogida de los que hacían la ruta a Santiago. Finalmente, la capilla del Peu del Romeu, en la confluencia de las calles Major y Cavallers, recuerda el punto exacto donde, según la leyenda, San Jaime se clavó un pincho en el pie que consiguió retirar con la luz de unos farolillos que unos ángeles desde el cielo le bajaron.