Fundada y dotada económicamente en el año 1168, la Pia Almoina era una institución benéfica destinada a socorrer a los necesitados y a los peregrinos.
A pesar de que se desconoce el tipo de beneficencia prestada en sus orígenes, será a partir de la segunda mitad del siglo XIII cuando la alimentación de pobres de solemnidad, pobres vergonzantes, peregrinos y peregrinas, viudas, niños huérfanos, enfermos, ancianos... se convierta en su tarea principal. La alimentación de estos colectivos será precisamente la iconografía representada en las pinturas que decoraban todos los muros de la institución, buena parte de las cuales se exponen en el Museu de Lleida: diocesà i comarcal.
Un documento procedente del archivo de esta institución, datado en el año 1338, permite saber qué comieron aquel año: diariamente se les repartió una ración de pan de 750 gramos y medio litro de vino. El pan y el vino fueron acompañados de verduras y legumbres, como las coles, las habas secas y las habas tiernas, las alubias, los ajos o las cebollas. La carne también estuvo presente, pero en una cantidad mucho más pequeña. La más consumida fue la de cordero, mientras que la menos consumida, la de cerdo, sólo un día de todo aquel año. No comieron carne de ave ningún día, reservada a los enfermos o a los paladares más finos, ni tampoco fruta. Cabe recordar que la costumbre de comer postres no existía en la época medieval. En total, unas 2.300 calorías, suficientes para pasar toda una jornada, pero con una falta evidente de vitaminas y minerales.